¡EUREKA!
UNA HISTORIA desconocida
¿Sabías que un sacerdote planteó formalmente la teoría del Big Bang? ¿O que la herencia genética se descubrió en un monasterio?
George Lemaître, Gregor Mendel, san Alberto Magno, Teodorico de Freiberg, Roger Bacon, Celestino Mutis o Pedro Páez son solo algunos de los miles de ejemplos de genios de la ciencia que compatibilizaron su fe cristiana con la investigación científica más puntera. Aunque a menudo se piense lo contrario, la ciencia y la Iglesia han sido excelentes compañeras de viaje durante más de 2.000 años. Desde los primeros tiempos del cristianismo, iglesias, conventos y monasterios han constituido centros de creación científica de primer orden. ¿Te apetece conocer una historia que nunca te han contado? ¡Pues sigue leyendo!
LA CIENCIA EN LA OSCURIDAD
Se dice que la Edad Media fue una época “oscura”, de involución científica, en la que el feudalismo hacía imposible e impensable cualquier avance tecnológico o cultural, pero… ¡la ciencia nunca duerme! Es cierto que durante parte de esta época no se dieron ni las circunstancias ni los medios necesarios, al contrario que durante el Imperio romano o en las revoluciones industriales, pero hubo miles de escritores y científicos anónimos (y no tanto) que realizaron descubrimientos revolucionarios en el ámbito de la matemática y la química. Además, surgen especialidades como la cartografía, la óptica o la anatomía, e incluso algunas de las más importantes creaciones arquitectónicas de la Humanidad: castillos, catedrales y otras grandes infraestructuras como puentes o molinos hidráulicos fueron ingeniados y desarrollados en este periodo, más interesante de lo que puede parecer a simple vista.
¿Sabías
Que...
…un dominico estudió la magia del arco iris antes que Newton?
En 1250 nace en Sajonia Teodorico de Freiberg, un dominico que se adelantó a Newton 400 años aplicando el método científico al estudio de la luz y de su efecto más espectacular: el arco iris. Al igual que el sabio inglés, Freiberg desarrolló estudios de óptica y analizó qué le pasaba a la luz al atravesar una gota de agua —bueno, en realidad hizo el experimento con un bote de agua, que simularía una gota gigante, para poder observar mejor los resultados—. Al ver cómo se descomponía en 7 colores, concluyó que la situación debía ser la misma que generaba el arco iris, es decir, que este fenómeno se producía cuando la luz solar atravesaba miles de pequeñas gotas de agua que estaban en la atmósfera terrestre. ¡Ciencia en estado puro!
LA PRIMERA ECOLOGISTA
La Iglesia fue una de las primeras instituciones en preocuparse por el medio ambiente, mucho antes de que fuera un problema global. Los primeros conventos y monasterios que se levantaron por toda la Península constituían verdaderos jardines botánicos. Las buenas prácticas agrícolas y ganaderas y la elaboración de productos ecológicos estaban a la orden del día en estos lugares, cuya principal prioridad era garantizar la sostenibilidad de las comunidades que vivían allí y transmitir estos conocimientos al resto de la población.
Este buen hacer ecológico ha llegado hasta nuestros días: desde la Santa Sede, que cuenta con su propio programa para el desarrollo sostenible, hasta las parroquias más pequeñas, la Iglesia sigue demostrando, diariamente, su compromiso con las generaciones futuras.
¿Sabías
Que...
…un sacerdote gaditano llegó a ser miembro de la Academia de las Ciencias que entrega los premios Nobel?
Su nombre es José Celestino Mutis (1732-1808) y fue un destacado investigador, explorador, botánico y doctor en medicina que durante la segunda mitad del siglo XVIII fue el responsable de llevar a cabo una expedición —financiada por Carlos III— con el fin de estudiar la flora y la fauna del reino de Nueva Granada (que comprendía parte de Colombia, Panamá y Venezuela). En ella recogieron y dibujaron cuantas especies vivas encontraron a su paso, con el fin de investigarlas, darles nombre y clasificarlas.
Además, como doctor en medicina, desarrolló las primeras campañas de vacunación del continente sudamericano, salvando a miles de personas. Su labor fue reconocida al ser nombrado en 1784 miembro de la Real Academia de Ciencias de Suecia, institución que actualmente entrega el Premio Nobel.
PIONERA EN INVESTIGACIÓN AGROFORESTAL
Los monasterios cristianos siempre han estado a la vanguardia de la investigación agrícola, especialmente durante la Edad Media, cuando, entre otras labores, se encargaban de formar a los agricultores que se mudaban a las zonas reconquistadas en la época de las cruzadas.
A finales de la Edad Media, cuando una Europa floreciente tenía una demanda de alimentos cada vez más creciente y los cultivos que existían no eran capaces de abastecer a toda la población, los monasterios fueron clave para la difusión de técnicas agrícolas como el barbecho, que fue el principal artífice de una verdadera revolución agroalimentaria. ¡Sí, sí, una revolución! Hoy parece poca cosa al lado de los invernaderos o los sistemas de riego que nos permiten disponer de todo tipo de alimentos durante todo el año, pero imagínate lo que significaba hasta hace menos de un siglo esta técnica agrícola que conseguía las mejores cosechas a base de dejar descansar la tierra uno o dos años entre siembra y siembra, en lugar de agotarla.
¿Sabías
Que...
…un estudiante de Belmonte descubrió las fuentes del Nilo?
“¡Doctor Páez, supongo!”. Es la frase que podía haber quedado para la posteridad ya que, aunque oficialmente las fuentes del Nilo azul fueron descubiertas por los ingleses, realmente ya había llegado hasta ellas ¡150 años antes! el jesuita español Pedro Páez Jaramillo (1564-1622), que estudió en el colegio de los jesuitas de Belmonte (Cuenca). Aunque su vida parece más la de un aventurero que la de un sacerdote: apoyó la misión católica de Etiopía pasando antes por la India —nadie se planteaba atravesar el Sáhara o ascender el Nilo y salir vivo del intento— pero, pese a ser un camino más “seguro”, fue capturado por piratas y pasó siete años cautivo, recorriendo los desiertos del sur de Arabia.
Rescatado de su cautiverio, volvió a intentar el viaje algún tiempo después —por cierto que, durante esta segunda expedición, tuvo el privilegio de ser el primer europeo en probar un estimulante mejunje que hoy conocemos como… ¡café!—. A su llegada, consiguió convertir al emperador etíope Susinos al catolicismo y construyó una iglesia en el lago de Tana; fue en uno de sus viajes con el emperador cuando llegó hasta las fuentes del NIlo.