Héroes desconocidos
NO TODOS LOS HÉROES TIENEN SUPERPODERES. ¡A ALGUNOS LES BASTA SOLO CON SU CORAJE Y SU FORTALEZA!
Como te contamos en los apartados de Uclés y Villamayor, durante la Reconquista los monasterios se implicaron activamente en la causa de las cruzadas, avalada por el Papa, realizando una labor importantísima y decisiva. Las batallas las ganaban los caballeros, sí, pero ¡no estaban solos! A cada paso y en cada nueva batalla, contaban con la ayuda de miles de hombres y mujeres, que se instalaban en las nuevas tierras reconquistadas y proporcionaban comida, medicinas y un sitio donde guarecerse a los caballeros de las órdenes militares, aún a sabiendas del riesgo que corrían. Muchos monasterios, que eran continuamente atacados por las huestes sarracenas, tuvieron que reconvertirse en verdaderos castillos donde centenares de héroes civiles y religiosos fueron decisivos para lograr la victoria en la contienda. ¡Nuestro homenaje a todos estos héroes anónimos!
HOMBRES DISPUESTOS A TODO
Si los cruzados eran la fuerza militar de la Reconquista, otros héroes muy diferentes, los ermitaños, eran quienes conducían al pueblo con su ejemplo. ¿Cómo? Consagrados a una vida de oración y sacrificio, los ermitaños se encomendaban a Dios para llevar la ilusión y la esperanza a los rincones más recónditos del Reino —como la serranía de Cuenca—, viviendo en la más absoluta soledad incluso en zonas en guerra y ayudando a todo aquel que se cruzaba en su camino. Estos monjes se encargaron de cultivar los campos y de experimentar con alimentos y con técnicas agropecuarias que terminarían convirtiéndose en iniciativas comerciales y productivas como, por ejemplo, la mesta o el champán. En definitiva, en una vida ejemplar, basada en las pequeñas honradeces de la vida cotidiana que hoy damos por sentado, donde no había un principio de autoridad más allá del capricho del que tenía la espada más larga.
¿Sabías
Que...
…había ermitaños que vivían en lo alto de una columna durante toda su vida?
Se llamaban estilitas y eran, probablemente, los eremitas más conocidos durante toda la Edad Media, por su peculiar forma de vivir su vida de oración y penitencia en lo alto de una columna de piedra, como ejemplo de devoción y lucha. ¿Te imaginas comer, dormir y pasar el resto de tu vida casi sin poder moverte? El primero de todos ellos, san Simeón, pasó en lo alto de una columna de 17 metros ¡más de 37 años!
Pero, aunque hoy día pueda verse como una gran excentricidad, los estilitas solo pretendían inspirar moderación y compasión, huyendo del fanatismo. En estos convulsos tiempos, las prácticas de anacoretas como los estilitas buscaban ser una verdadera fuente de inspiración para la causa de las cruzadas. ¡Y vaya si lo eran!
LOS GUARDIANES DEL MUNDO
A partir del siglo III, muchos ermitaños decidieron unirse conformando comunidades de oración y entrega a Dios y al prójimo, dando lugar a las primeras órdenes monásticas, que se organizan en pequeñas ciudades de servicios propios y públicos como hospitales, granjas y talleres, prestando asistencia a todo aquel que lo necesitase. Con la caída del Imperio romano, los monasterios pasaron a ser los únicos sitios donde refugiarse y pedir ayuda. Monjes médicos, hortelanos, herreros, artesanos, panaderos… ¡Sabían hacer de todo! Los monasterios seculares se convierten en los verdaderos guardianes del Reino, protegiendo no solo a los ciudadanos, sino también preservando en sus talleres y bibliotecas todo el saber acumulado hasta ese momento.
¿Sabías
Que...
…todavía quedan tesoros escondidos de tiempos de la Reconquista?
¿Qué posibilidades crees que tienes hoy día de recuperar un tesoro que enterraron tus ancestros hace ocho siglos?
La invasión sarracena de España fue extremadamente rápida, por lo que, en muchos casos, los cristianos tuvieron que salir corriendo sin poder llevarse consigo las imágenes de sus iglesias. Para evitar su destrucción, a menudo estas imágenes se enterraron bajo tierra para protegerlas de los invasores.
Muchos siglos después, a medida que la Reconquista de la Península iba avanzando, algunas de estas figuras se pudieron recuperar del lugar donde habían sido enterradas. En muchas ocasiones, las sagradas imágenes aparecían por casualidad al colonizarse alguna de las plazas recuperadas. ¿Cómo era posible que, tras ocho siglos y muchísimas batallas, perviviesen tantos de estos tesoros? Que estas imágenes reaparecieran, la mayoría de las veces sin saber exactamente dónde se encontraban, era un verdadero milagro que daba fuerzas adicionales a soldados y civiles en la difícil empresa de la Reconquista. ¿Quedarán aún más tesoros por descubrir?
proteger y servir
Fueron muchos los héroes que brillaron en esta época apasionante, ¡todos querían poner su granito de arena! Muchos hombres y mujeres optaron por peregrinar a Santiago para demostrar su compromiso y su devoción, creándose rutas para llegar a la tumba del apóstol por toda España, ¡incluso desde Cuenca! En época romana empezó a decirse aquello de que todos los caminos llevaban a Roma pero, durante la Reconquista, ¡todos los caminos llevaban a Santiago! Entonces, la Ruta Jacobea era una verdadera aventura que entrañaba mil peligros, aunque gracias, de nuevo, a la labor de las órdenes militares y seculares, llegó a convertirse en la ruta más segura de Europa, por la que se podía viajar sin miedo a nada ni a nadie. ¿Quizás fue también la primera ruta turística del mundo?